Viernes santo, sábado de Gloria, domingo de Resurrección – La fe como única vacuna

Son muy distintas estas Semanas Santas del Siglo XXI que aquellas de la infancia en mitad, antes de la mitad del Siglo XX. Aquellas eran de encierro, silencio, música sacra en las radioemisoras, ni la mas mínima milonga y nada, pero nada de carne. También los rezos y aún los insurrectos como mi madre, anarquista y mi viejo, descreído como todo pibe semi huérfano, criado en colegio de internado en 1918, pero aún los insurrectos terminábamos con las “empanadas de vigilia” y sin tangos en la radio a válvulas.

Es cierto que la peste convoca a la nostalgia como un hecho inatajable.  La quietud despereza recuerdos, nos negamos y nos negamos pero allí están, vívidos y culebreantes.

Cuando sostengo que aquí comienza el Siglo XXI es porque no queda nadie que no revise, por estos días, los datos de su ayer que guarda en las alforjas. Si el único proyecto es la sobrevida y empezar de nuevo no debe extrañar que miremos hacia atrás como lo único cierto, aún cuando se sabe, los recuerdos no son iguales en cada convocatoria y los relatos se suman. No importa.

Crudo en la insistencia sostengo: ha terminado el Siglo XX y que estemos ante su tumba, elaborando obituarios, no hace otra cosa que eso, que certificar el texto como despedida, el relato como fantasía y lo que mejor nos sale: la nostalgia.

Un secreto: el discurso sobre la muerte del Siglo XXnos pone en los vivos que quedaron después de vendaval virósico. Es una fórmula muy clara de la esperanza. De la FE. De la única fe. Viviremos.

Por si alguien no lo tiene claro. En la religión católicaeste papado trajo una novedad absoluta. Hay dos papas. No hace mucho el que venía del Tribunal de la Inquisición escribió. Ejerce. El Benemérito Ratzinger ejerce. El Jesuita Argentino también escribe. Nada malo. Algo claramente diferente. Vivimos el tiempo del Doble Papado. Hasta Max Weber haría mutis por el foro. Y los cuáqueros reflexionarían.

Es la Fe, como forma de vida diaria, la que diferencia a Oriente de Occidente y el cumplimiento de esa fe una de las mas ostensibles defensas ante el virus, un desconocido agente del Mal, a quien si cumplimos lo que pide el estado, bancado por el dogma (como hacen los pueblos de Oriente) podremos algún día derrotar. La Teocracia como un arma de la salud. Suele espantar esta mirada con el Bien y el Mal, aparenta simplista y el análisis del comportamiento social ante su existencia trae burlas, okey amigo, pero cuando el argumento científico es Quedarse adentro y lavarse cuidadosamente las manos con agua y jabón. Si se debe necesariamente circular taparse la boca para que no salga ni un solo virus de tu cuerpo y que se instale en otro. Si esa es la constancia y le tenemos Fe es eso lo que nos salvará. La FE en las instrucciones. Qué otra cosa que un rezo es este instructivo.

Los mas importantes pensadores internacionales, al igual que los instalados y reflexivos opinadoresprofesionales en Argentina ( han hecho de la opinión una profesión que tiene su paga y es justo que tal sea..” ante cada necesidad un derecho”…) concluyen,mirando desde la tribuna y advirtiendo que algo pasa. En el corte comercial el aviso los recubre. Quédate en casa y lávate con agua y jabón… hijo mío.

El Negro Fontanarrosa, en los tiempos que compartíamos redacciones periodísticas y agencias de publicidad imprimió, alentado por “el negro Ielpi, un poster de tamaño cuarto afiche, vertical, de fondonegro donde un cura gordo, vestido de lila decía, en el “fumetti”, en el globito con el texto, arriba del gordo con cara de bueno: “ Si tu no crees en la publicidad, hijo mío, como piensas que vendemos hace 2.000 años un producto que nunca han visto”. Costó disgustos ese afiche. Se lo copiaron mucho los atrevidos de las imprentas clandestinas de Buenos Aires.

Con el negro, ante una discusión que solo podía terminar a machetazos  y convenía  esquivarla allá, en el Bar Odeón, antes que el Cairo, de Rosario, fuese convertido en un ágora turístico, nos entendíamos por señas, señas fáciles si uno sabía de qué se trataba.

Alguien decía “Antonio Das Mortes”… y el otro contestaba: …”eu sou Corisco…” Las discusiones sobre Rosario Central o sobre el peronismo (yo tengo una genética mas sacrificada, soy sabalero) solían resolverse con ese “Aaaantonio Das Mortes…” Imitando el timbre del actor de aquellas películas.

Hoy, que aparece tanta discusión sobre algo nunca visto, pero en lo que creemos: el coronavirus que,verdaderamente, está matando gente que se descuida, queremos, rogamos, deseamos con fe, enfáticamente, que la reclusión y la limpieza nos salven. Si el negro estuviese con nosotros diría: “entregate Corisco…” y sonreiríamos. El Cinema Novo era avasallante.

Aquel cine de Glauber Rocha reivindicaba la violencia, la filmaba, la exaltaba y se cuestionaba por la fe, el mandato social y el paisaje. Otros tiempos. Una cosa trae la otra y conviene recordar ya mismo.

 

Primer recuerdo: “Dios y el diablo en la tierra del sol. Película brasileña producida en 1964. Dirigida por Glauber Rocha, ha pasado a ser uno de los paradigmas del cine visto como expresión cultural, personal, política y religiosa, en un todo apasionante e indivisible. A partir de una estructura dialéctica de Dios y el Diablo, simbolizados por las figuras del beato y del cangaceiro, se indaga acerca del fenómeno de la miseria nordestina, su origen y consecuencias. La búsqueda inconsciente del sentido de la vida, el amor y la trágica imposibilidad de amar, en un contexto de hambre, violencia, superstición y muerte. Wikipedia la recuerda así.

Prófugos de la justicia, Manuel y Rosa recorren las baldías tierras norteñas y se unen a “los cangaceiroscombatiendo el terror físico y espiritual que parece haber poseído el país…(tesis de Glauber Rocha)

Los cangaceiros formaban un bando alrededor de un líder, que a partir de la jefatura de Lampião se había organizado según ciertas normas rígidas que los protegió como grupo, obteniendo escasas derrotas. Cada uno de ellos tenía su pareja y practicaba la monogamia. Si alguno moría, su escolta se hacía cargo de la “viuda”. Los niños  eran entregados a la Iglesia o a alguna institución de bien público para que los criara…

Uno de los Lugartenientes de Lampiao, Corisco, le aconseja: «Si yo muero vete con tu mujer… Por donde vayas podrás decir que Corisco está más muerto que vivo. Virgulino (Lampião) murió de una sola vez y Corisco murió con él. Pero era necesario que quedara en pie, luchando hasta el fin, desarreglando lo arreglado, hasta que el sertão se haga mar y el mar se haga sertão”. Ese es el texto de Glauber Rocha en el filme.

Segundo recuerdo. Antonio das Mortes, matador de cangaceiros, es destinado a aplastar a una comunidad de campesinos guiados por una «santa». Apresado ante la realidad actual del sertón y la imagen fantástica del pasado, vive una suerte de crisis moral entre el poder y los oprimidos”

El cine, aquel cine ofertaba un porvenir re mirando el pasado. Dan ganas, hoy, esta misma Semana Santa tan diferente, tan distinta que hasta hubo un via crucis virtual por tevé, de salir a los balcones a las 21, en todas las ciudades, cuando se aplaude a los trabajadores de la salud y preguntar por Antonio Das Mortes y que el último de los malos (que eran los buenos) sostenga: “Eu sou Corisco”.

Eso si. En casa, en cuarentena, lavándonos las manos con agua y jabón y tapándonos con eso, un barbijo casero como si fuese casi, casi una estampita.