Moriremos como pobres muy pobres…
Una frase me ronda en mitad de estos preparativos, porque todos sostienen que la peste en mi pago todavía viene llegando, pero que aún no alcanzó la furia que tiene, que tuvo en otros lados. Eso de “viene llegando” recuerda un juego que hacíamos sobre tiempos de verbo que no se entienden desde la gramática, pero si desde el habla popular: …”Yo calculo, casi con seguridad, que voy a estar llegando ahí mañana a la tardecita como muy tarde…” Perfectamente se entiende.
La frase que me ronda es la de un respetado político socialista, de los que estudió el Dogma Socialista y con muchos años de parlamentario. Uno de los pocos, por estos pagos, con el que hablábamos de Echevería, Ugarte, Icaza y, de hecho, del único que es calle en serio: Juan B. Justo. También de ese hermoso ejemplar de payaso e idealista: Alfredo Palacios.
Usemos Wikipedia: “Juan Bautista Justo, más conocido como Juan B. Justo, fue un médico, periodista, político, parlamentario y escritor argentino, fundador del Partido Socialista de Argentina, del periódico La Vanguardia y de la cooperativa El Hogar Obrero. Se desempeñó como diputado y senador nacional. Fecha de nacimiento: 28 de junio de 1865, Buenos Aires. Fallecimiento: 8 de enero de 1928, Los Cardales”.
Aprovechemos mas a Wikipedia: “Ramón Carrillo neurocirujano, neurobiólogo y médico sanitarista de Argentina, que alcanzó la capacidad político-administrativa de primer ministro de salud de esa nación. Fecha de nacimiento: 7 de marzo de 1906, Ciudad de Santiago del Estero. Fallecimiento: 20 de diciembre de 1956, Belém, Pará, Brasil .
La mención de los dos médicos sanitaristas, en un tiempo compinches, luego separados y uno de ellos yéndose del país a morir en el destierro, es que la frase que me ronda los tiene por detrás, como fantasmas buenos y mal entendidos.
“Nosotros conocemos hasta ahora la pandemia atacando, azotando el Primer Mundo, desde fin de marzo, todo abril y buena parte de mayo la veremos atacando al Tercer Mundo, nosotros somos el Tercer Mundo…”
Está claro que el descuido de la sociedad refiere, en todos los casos, a Educación, Seguridad y Salud. Argentina está descuidada. La educación pública no alcanza ni es propósito serio de los gobiernos. Se perdió. La seguridad es una ausencia que se advierte cotidiana y peligrosamente. Es una deuda impagable. Y la salud divide claramente a ricos y pobres, a posibles e imposibles enfermos y camas. Sobre esto un punto: la peste se lleva las tarjetas de salud privadas por el peor lugar.
Dos palabras aparecen en este día. Están cerca una de otra. Desesperación y Desesperanza.
Desesperación. “Cómo se pronuncia, nombre femenino: la desesperación 1.Pérdida total de la esperanza. 2. Pérdida de la paciencia o de la tranquilidad de ánimo, causada generalmente por la consideración de un mal irreparable o por la impotencia de lograr éxito”.
Desesperanza: Definición. “Qué es, concepto o significado. Lo opuesto a la esperanza. Actitud o estado anímico en el cual la persona pueda hallarse deprimida a causa de haber perdido, o sentir haber perdido la posibilidad de lograr algo. Haber perdido la esperanza”.
Al fondo de las cosas: “El término esperanza procede del latín «sperare», y significa literalmente «esperanza», o «tener esperanza». En este caso, se ha antepuesto el prefijo «des» (de origen latín en «dis»), que implica la negación o supresión de esa esperanza”.
La peste en mi pago trae eso: desesperación y desesperanza, tan cercanos y todavía “en conversación”, porque sobre finales de marzo los casos son pocos, se cuentan de a uno y se remiten a sitios donde aún existe un orden sanitario. El cálculo es que, sobre finales de abril y primeros días de mayo, estarán en pugna los dos sectores que la sociedad sostiene en situación coloidal (equilibrio inestable) refiero a ricos y pobres. Alimentados y alejados de la mano de Dios y las proteínas. También del Orden y de las leyes de aquel Siglo XX que ya declaramos perdido.
La peste en mi pago está llamando a la pavura. Hoy es un tremendismo de veterano cínico y asustado. Eso parece. Nada sería tan grato para mi como que tal acusación: tremendista, cínico y equivocado, se me coloque como una pesada cadena. Nada mas terrible que tener razón cuando el porvenir es un inusitado desorden del pueblo, del corazón y del destino. No estaría mal invocar a Juan B. Justo y Ramón Carrillo. Ellos sabrían qué medidas tomar en este caso. Las tomaron, las escribieron. Sabían de qué se hablaba cuando se mentaba la salud pública.