Viernes 12 de junio – Los chicos en la plaza

Mi amigo Miguel publica, en su crónica sobre la peste en mi pago, su crónica es la otra que se presenta regularmente, la de El Litoral y la de Perfil son las dos únicas miradas periodísticas continuas sobre este fenómeno y de qué modo incide según lo propio, que es lo que se puede sostener claramente.

Digo, en una guerra uno oye las bombas y si puede se salva, pero las oye y las ve. Hay heridos, muertos, consecuencias, edificios que se caen, cosechas que no se hacen y abuelos que no entienden el encierro como la salvación. No escribir de eso es no escribir. Los soldados son los cuerpos de salud y los verdaderos soldados y la policía, que es su remedo urbano, custodios de aquellos. Al revés me pongo el poncho decía mi madre y decía mi abuela Josefa Tuells de Alzugaray con esos ojos tan celestes que me asustaban porque se veía un mar detrás de su mirada. Mi abuela Josefa daba instrucciones mirando hacia delante. “Ese chico tiene que correr, aquí dentro parece atado