Vidrieras

En las vidrieras hay un arte efímero, una mirada, una fotografía que se va con la temporada. Con la liquidación por fin de temporada. La vidriera es un mundo quieto de cosas lindas. Nadie pone en la vidriera lo peor. Nadie.

Antes se salía “a mirar vidrieras”, a “ver vidrieras”. Los maniquíes, los figurines, la preparación de la vidriera era un arte. Es un arte.

Un sensacional bocetista argentino (el “gallego” Carlitos Serrano, en realidad nacido en Cuba, porque llegó apurado a este planeta, pero era un habitante de Rosario) hacia eso: bocetaba vidrieras. Terminó de pintor, director, iluminador, autor teatral y director de cine. Argentina siempre abre las puertas a la creatividad.

Los negocios del centro preparaban las vidrieras para ocasiones especiales. La mejor la de fin de año. Y las de apertura de temporada. El otro sensacional bocetista (¿se dirá “vidrierista”?) ha sido y es Hugo Salguero pero ay, ay, ay… quien hace, hoy, una vidriera… quien. Muy pocos. Terminaron haciendo salas de espera de grandes consultorios de muchos médicos. Una buena idea. Esperar el diagnóstico en un ambiente agradable, si hay algo agradable en mitad de las enfermeddes, porque nadie va a los grandes consultorios en mitad de la risa. Es distinto que mirar una vidriera, que siempre trae esperanzas. Podré, no podré comprar…

El Siglo XXI tiene sus propios problemas. A  la hora de mirar vidrieras las persianas se bajan, las luces se apagan y las puertas se cierran. Ya nadie sale a la noche a mirar vidrieras en el horario en que se puede admirar, pero no comprar. Es inseguro  el paseo.

Los Shoppings han remplazado al recorrido de vidrieras en el centro. Difícil negarlo. Es otra ciudad y nosotros, como dijese Neruda,  no somos los mismos.

Las vidrieras eran creativas y, además, debían ofertar y seducir. Esto se usará, esto es bueno, esto es “lo que viene”, esta es la moda”… Ja.

El día pasa como si fuese un avión en el cielo. Pasa volando. La tardecita al hogar es de retorno presuroso y de televisión.

Mas de 5.000 autos, patio de muchas comidas rápidas, ningún linyera, minga de perros sueltos y artistas callejeros. Otra sociedad. También las 12 cuotas, que no serán artísticas pero si muy seductoras. Cine y pochoclo. Es un mundo diferente. Ni mejor ni peor.

Recuerdo que sacaban fotografías de algunas vidrieras, que había premios a la mejor ornamentación, a la mejor y mas artística presentación. Premios a las vidrieras. Suena a fantasía y/o naftalina. Suena a pasado. Sin embargo allí estaban. Hoy la seducción del compre ya y no se lo pierda domina al criterio estético y lo redefine. Una cadena de bancos el miércoles, otra los jueves. Una tercera todo el fin de semana, a la noche mejor…. Los maniquíes no guiñan, dan descuentos. Otro mundo.

Queda la derivación original. Detrás del vidrio, es decir: en la vidriera. Para muchas cosas estamos todos en la vidriera.

El uso de la nostalgia y el te acordás pone la conversación en tiempo pasado. Desde el 1400, en castellano antiguo está escrito:” que cualquiera tiempo pasado fue mejor…” Así escrito: … “cualquiera tiempo pasado…” para que cada quien elija su recuerdo, su oferta, su vidriera. Siempre hay una especial. Siempre.

Ignorar que estamos en la vidriera es vivir equivocado. A muchos les pasa. Se llama “síndrome del pavo real” y se reconoce por la propensión a  redefinir el mundo desde el propio ombligo