El lenguaje, el de la calle, el coloquial tiene acepciones, juegos de palabras que se corresponden con los conceptos que manejan los que dialogan, con sus circuitos de amistades con quienes amasan pactos de entendimiento pre existentes. Uno de los mas bellos, al menos divertido para desentrañar es el mensaje para un próximo encuentro: “yo calculo que ya voy a estar llegando mañana a la tardecita como muy tarde, muy de ultima”… Já. Dígale al profesor de idioma que venga y juegue.
La peste en mi pago ha puesto en juego uno de estos acertijos del lenguaje preconcebido, que no es posible resolver ni con “la espada de Diógenes” ni la “lámpara de Damocles”, dos frases que juegan mucho en esto de usar metáforas cansadas. Además, por si hacía falta mezclar las cosas, los teléfonos ”inteligentes”, que en realidad son ”programados”, porque la inteligencia es otra cosa pero eso, como si fuese una locura necesaria, los sistemas de palabras que combinan con otras, en el juego de algoritmos minimalistas simulando la adivinación posible, acomodan los acordes de la frase y si uno escribe “te escucho” aparecen cerca/mucho/poco/ según el uso anterior. Parecen esos personajes que apresuran la escucha y resuelven, como si fuesen algoritmos caminando, según las primeras palabras de las frases.
En esta semana de mayo la peste en mi pago tuvo un “afloje” porque todos querían que tintineasen las monedas y circulasen las tarjetas en los lectores e impactasen las compras en las cuentas corrrientes.
El miedo acompaña estos días. No se dice. Desde el presidente a los gobernadores, a los gobernadores que actúan como intendentes, los intendentes que actúan como pandemiólogos y los presidentes comunales que actúan como señores feudales, todos con “juiqui” (variante infantil de miedito)
El miedo que acompaña a todos, que nos acompaña sin cesar, en esta tregua o “pido gancho”, déjenme facturar algo, es que saben, se sabe, es que al aflojar y salir a buscar el virus, eso ya se sabe, a diferencia del Treponema Pálido de Schaurin, el bacilo de Koch, el mismísimo HIV el coronavirus está como dice Ezequiel Martínez Estrada, está solo y espera. Giles redomados, eso somos. Nosotros vamos a buscarlo. Un delivery a la muerte, al casi la muerte, al susto, al contagio por los asintomáticos, esos asintomáticos que se pasean de la sala al comedor y nos tiran el coronavirus con cuchillo y tenedor en mitad de los ojos, nariz y boca, sin que se les mueva un pelo.
Por todos ellos (los virus, los virus mas conocidos y gordos, las bacterias, los bichitos, los vectores transmisores, por todo lo que no engorda y mata, mas los “asintomáticos) los gobernantes, asesorados por los científicos, que no por los lingüistas, han resuelto el asunto fácilmente.
Salgan, salgan a la calle, comercien, facturen, empiecen a laburar y si, por esas cosas de la vida se enferman (algo que recién se sabe 14 días después) tendremos que tomar medidas drásticas…
¿Cuáles son las medidas drásticas que tomarán…? Volveremos para atrás… Dura confesión de parte que exime de pruebas. Los gobernantes volverán para atrás. Azucena Murillas Reinares de García, así se llamaba una de mis maestras, no estaba enamorado de ella, pero dejó enseñanzas claras esa asturiana, jovencita que hizo la guerra, que el Generalísimo Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios no pudo ni violar ni matar porque escapó, esa “seño” que validó títulos y enseñaba me decía: “…ay, hijo, que tu puedes mover la lengua, pero no el lenguaje, que la gramática no es un trapo que guardas donde quieras y te digo que si mejoras tu lengua mejor entenderán aquellos que no te conocen…”
Si sobre el 25 de mayo del 2020, escarapela y escudo por los festejos patrios mediante, aumentamos los apestados (15 días mas que menos) ya me figuro el mensaje / decreto/ DNU / que recibiremos.
“Lo que nos queda por delante es retroceder”. Pero no seamos malos, que todos entendemos el retroceder para atrás y avanzar para delante. Solo que, si de coronavirus se trata queda un misterio: los catorce días. Y un nuevo sustantivo / adjetivo. “El asintomático”, esa bomba de tiempo caminando, nada mas que un gerundio, un verbo en movimiento para allá, para acá, para atrás… para adelante. Como corresponde a eso, un asintomático.