Antes y durante la Peste las prevenciones públicas son fáciles, certeras y sencillas. Las recomendaciones no han cambiado. Falta que alguien diga:” en caso de incendio rompa el vidrio”. Esa frase viene acompañándonos desde que hay mangueras y cañerías que traerían agua para que, por esas mangueras, ayudemos, intentemos apagar un incendio. También tienen un botoncito o una perilla, para que la rotura del vidrio sea útil para oprimirlo y que suene una alarma contra incendios. La frase nos acompaña y no hay una que la suplante. Es en caso de incendio, cuidado.
Las recomendaciones no han cambiado. Higiene personal y la teoría que el agua jabonosa le gana la batalla al virus, usar los barbijos o tapabocas, el nada de toqueteo y el mucho encierro. Punto. Después de eso a rezar que el juego de la comunidad disfrazada de “a mi que me importa” nos conmute la pena y nos deje fuera de eso, del contagio comunitario por el desaprensivo paseo y el excesivo blá blá a boca descubierta. Es en tiempos de Peste. Ahora
En mitad de la Peste en mi Pago los canales porteños, caras visibles de un negocio empresarial permitido y muy importante (la referencia es a los de “aquel país” donde somos extranjeros tierra adentro) recibieron una encuesta de medios y supieron cuáles son los mas “visitados”, si se trata de páginas, o enfocados si se trata de imágenes de televisión. Es una encuesta que deja fuera las redes, las redes claras y las oscuras, de las que alguna vez se tendrá que hablar seriamente. Trump y Putin los primeros que tendrían que hablar, después los chinos y las locuras del fanatismo en el lejano Oriente para nosotros o cercano Oriente para quienes lean este texto en Europa. Las redes oscuras existen.
En esa encuesta, que enfurece a los que quedan por detrás y pone anchos a los que la encabezan, se juega el costo de los avisos y la calidad del servicio. Cómo mejorarlo, ahí la dura lucha de productores, zócalos e imágenes, mejorar a como de lugar es parte de la insana competencia que pone a los noticias en un punto especial; se las necesita para facturar. Pongámoslo mas finamente: se necesita ser creíble para facturar mejor.
Con muy poco el gran esfuerzo mediático porque se insiste: un valor distinto en números cada día, una anécdota particular, una heroicidad de los trabajadores de la salud y un análisis de un especialista: la Peste es una, los muertos, contagiados y recuperados son los que están y se insiste: recomendar el bien en Higiene y Puericultura. El modo de contarlo trae el éxito o la derrota diaria.
Quien tiene la cara del virus… las fotos, aún las del Microscopio electrónico y maravillas científicas aún mas encomiables (de la ciencia) que no se detiene, son fotos frías en una pantalla o textos que de ningún modo nos definen el peligro de la Peste. Tal vez eso confiera un crédito mayor a los productores. Es un misterio que no aparece, pero está, en cada medio de comunicación, del soporte que sea. Relatar el suspenso sin que rechacen la excesiva Truculencia da el equilibrio. Acotación: excesiva Truculencia se parece demasiado a excesiva mentira, al menos a exagerado exceso. Eso quita audiencia. Están analizando este proceso.
“Si tu no crees en la publicidad, hijo mío, como explicas los millones de personas que hace mas de dos mil años creen en un producto que nunca han visto”. El afiche – poster del negro Fontanarrosa, con un cura gordo vestido de violeta sobre un fondo negro y el “globo”, con el texto a un costado, fue parte de la década del ’70. El virus de esta Peste repone la cínica presunción del afiche.
Donde el estudio sobre los medios aparece con mas crudeza es en el creciente número de gente que “visita” o mira y escucha. Importante aumento, mas audiencia. Un político yanqui dió la frase; es la Peste, estúpido. Podríamos agregar que eso, la Peste, trae dos condicionantes: encierro y soledad. Ambas favorecen la estupidez o el vuelo, según.
Lo que termina por definir el Siglo XXI, mas allá de la competencia de los medios, es la calificación, la división para el estudio. Nótese de qué modo nos estratifican. No interesa quien gana en la competencia, porque mañana alguien se excede en truculencia u otros encuentran que determinadas personas varones, mujeres, vestidos, muy poco vestidos, a los gritos, farfullando en un nivel poco audible, maquillados en exceso, con escenografía, con dibujitos, con caricaturas, con muñequitos… y diversas ocurrencias consiguen que los miren mas, que los visiten por mas tiempo en cada entrada y todo se altera así, por un tiempo. Lo que resulta singular es cómo estamos divididos para las encuestas.
En los datos de composición de la muestra, el estudio discrimina cinco franjas por edad: la Generación Z (de 16 a 22 años), Milennials (23 a 38), X (39 a 54), Baby Boomers (55 a 73) y Silenciosa (más de 74 años)…
Dos cuestiones para agregar. No soy Silencioso, soy gritón, pero está claro que “Silenciosa” significa sin peso específico en la sociedad. La otra cuestión: en “Medios del Interior” esta plataforma está muy, muy bien, como para enorgullecerse.
Una advertencia: los Z y los Millenials en votos son la mayoría, que disputa el poder con los X y los Baby Boomers, que están en retirada. De los Silenciosos mejor ni hablar, en tiempos de Peste menos, mucho menos.
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