Marchas

La primera marcha que recuerdo es “La marcha peronista”. Crecí, en mi primera infancia, con el peronismo en la Cadena Azul y Blanca de Emisoras Argentinas. A mi no me tienen que explicar quien fue Raúl Apold.

Tambien escuché una marcha que el tiempo se tragó. “Cuatro de junio, día de jornada redentoraaaaa” ubicando el Golpe de Estado que le hicieron al golpe de Estado, dicho “contragolpe”  se produjo en junio de 1943. El 4. Allí puede decirse que comenzó todo el porvenir. A Perón, un coronel por entonces, le dieron una secretaría. Já. Que me van a hablar de amores…

Al derecho o al revés se escuchaba Radio Colonia, emisora uruguaya que “entraba” fácilmente en el espectro radiofónico argentino. Esa marchita está dentro de buena parte de los argentinos nacidos entre 1950 y el presente, porque la seguía usando un canal de aire y luego un canal de cable. La particularidad de Radio Colonia es usar la marcha «Estrellas Y Barras Por Siempre» («The Stars And Stripes Forever»), como todavía lo hace el canal Crónica. Marcha que fue impuesta por Héctor Ricardo García, Aún me taladra el cerebro. A mi y a muchos.

Evita Capitana y la Marcha del Deporte (…”seremos deportistas de todo corazón, en la nueva Argentina…. De Evita y de Perón”)  y otra que me baila en los recuerdos… (“hoy es la fiesta del trabajo…y unidos por el amor de Dios…”) todas están allí, de cuando la memoria estaba vacía y cargaba como disco rígido nuevito, con espacio disponible.

“En lo altooooo, la miradaaaa” atronaba en las radios, también con “cadena nacional” después del 16 de setiembre de 1955. Técnicamente estaba mal grabada, emocionalmente impactaba. Voces de hombres con una marcha tan militar como extremista. “En lo alto la mirada. Luchemos por la Patria redimida. El arma sobre el brazo. La voz de la esperanza amanecida. Que el sol sobre tu frente. Alumbre tu coraje camarada. Ya el brazo de tu madre. Te señaló la ruta iluminada. Y si la muerte quiebra tu vida. Al frío de una madrugada. Perdurará tu nombre. Entre los héroes de la patria amada…”  Golpe a Perón. Ni vencedores ni vencidos. Já.

Todas las marchas exageran. Si bien en los desfiles se usaban los desfiles, en lo personal, me aburrían y no eran de mi agrado. Ignoro quien, hoy, presta atención a los desfiles. Supongo que hay interesados en el producto. Las marchas al final de las películas de guerra no, esas eran otra cosa. A nadie le disgustaba que “ganase el muchachito” y perdiesen los malvados. Una marcha coronaba todas esas películas. Se prendían las luces, todos estábamos sonrientes.

Dos, sin embargo, provienen de otro sitio y resuenan de un modo particular. Ambas entraron por la razón primero pero allí se quedaron, en el núcleo del afecto, de donde es difícil bajar la música. La marcha triunfal de Aida. El Himno a la alegría.

Las marchas, todas las marchas, tienen la definición del uso en el nombre: son para “marchar”. A veces metafóricamente. A veces no.

Quien, pero quien no entiende de qué se trata la marcha con el clásico ”Febo asoma…” y el otro acontecimiento emotivo personal y colectivo del mismo nivel: “Aquí está la bandera idolatrada…” Pero estamos perdiendo ese colectivo memorable. “Estudiantes, alcemos la bandera…” perdón ¿ la ubica?

Este siglo, con tantas facilidades para acceder a la música en los infinitos soportes, y desde los incontables sitios de donde se la emite, contribuyó a la variedad, la dispersión, la distracción y el olvido. Si se me permite la semejanza. El único lugar para esconder un elefante es… en una manada de elefantes. El único sitio donde dispersar los afectos de las marchas (afectos y efectos) es en un sitio donde aparezcan tantas que renunciemos a las propias y escuchemos cualquiera. Dos quisiera que se queden allí, donde no llegan las ofertas. La Marcha de la Bronca y la que nos define: ”… por cuatro días locos que vamos a vivir…”

Publicado en el diario La Capital 05 de Agosto.