Lifschitz no es una estampita religiosa

La enfermedad del señor  Ingeniero Roberto Miguel Lifschitz, ex Intendente rosarino, ex Gobernador, actual titular de la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe, provocó sensaciones que son, como se sabe – por construcción – poco racionales pero muy valederas.

Afectado por el virus, en el Segundo Año de la Peste en mi Pago, su salud se resintió, fue un hecho grave. Gracias a Dios, la Virgen, los cuidados médicos y su naturaleza reaccionó.

Este virus es impredecible, muy peligroso, poco conocido. Es una Peste que he calificado como Guerra. Debido a esta calificación sostengo que los periodistas somos corresponsales de guerra, que tiene que existir un generalato unificado y que todos fuimos, somos o seremos heridos. Lifschitz es eso. Herido de guerra. Sobreviviente.

EL SOCIALISMO EMOCIONAL

La enfermedad del Ingeniero trajo comportamientos que busqué en las rápidas definiciones del CyberEspacio, que tanto ayuda a simplificar. Algo de esto hubo. De algunas y/o de todas estas sensaciones el conjunto político dio señales públicas.

Angustia: Estado de intranquilidad o inquietud muy intensas causado especialmente por algo desagradable o por la amenaza de una desgracia o un peligro.

Pánico: Miedo muy intenso y manifiesto, especialmente el que sobrecoge repentinamente a un colectivo en situación de peligro.

Fastidio: Disgusto, molestia o cansancio, debido generalmente a un contratiempo de poca importancia o una situación ligeramente desagradable.

Desazón: Estado de intranquilidad o tristeza en que se encuentra una persona a causa de una alteración física o moral.

La abundante llamada a la ayuda mediante “buena vibra”, “onda”, el favor de los “buenos augures” y un código de redes (Hastag) que se volvió muy visto: “Numeral/ Fuerza Miguel”.

Uno de los mas sugerentes es de quien decía no creer en Dios, pero que igual deseaba que Dios lo ayudase. Su naturaleza fuerte, los cuidados intensivos y la cuota de azar que este virus impone en los diagnósticos, que no tienen una bibliografía segura sino que ésta, la bibliografía sobre el comportamiento del virus, se está escribiendo día por día, caso por caso, hizo que el actor político mas importante del FPCyS saliese con bien. No serán cómodos sus días de recuperación, según antecedentes de otros recuperados, ése es un hecho individual que afecta a lo colectivo, pero en menor medida.

Lifschitz está en carrera. El socialismo, un partido de cuadros, y los adherentes a la posición del FPCyS, mayoritariamente los radicales, estuvieron atentos al desarrollo y desearon, como todos los que se expresaron, el bien y la pronta recuperación. El “Fuerza Miguel” que mencionamos. La “viralización” de un rezo laico que abarcó a muy diversos cuadros políticos, conmovió a la red del pajarito. Una medida. Es el hombre la medida de todas las cosas, dicen los griegos. El pedido de recuperación, de sobrevida de Lifschitz, dio una medida de su potencialidad en la sociedad.

EL AJEDREZ Y LA JUGADA SELLADA

Mas allá de la Peste, a la que Lifschitz hizo pocas referencias públicas desde el 20 de marzo del 2020 hasta la fecha de su propio contagio, las elecciones de medio término del 2021 se desarrollarán, de un modo torpe y desaliñado, pero se realizarán.

Como en el ajedrez, la jugada secreta, escrita y guardada en un sobre, ponía a Lifschitz como el principal referente de la oposición en la provincia de Santa Fe, en una movida sin enclave nacional, pero con alto prestigio en el territorio que circunscribe la bota… y sus votos.

Esa jugada sigue. Ahora tiene argumentos visibles por lo dicho: emocionales. Tan secreta. Tan astuta. Tan lábil. Tan variable como todo lo que hace a las especulaciones políticas. No hay especulación en un punto: Lifschitz tiene peso específico propio mas allá de un partido escuálido, burocratizado y en retirada. Su sector, en las internas del 18 de abril, no tuvo figuración en CABA y AMBA. Poco y nada. Es estrictamente provincial. Repite el perfil que tuvo, por años, el PDP. Variable de ajuste en las elecciones provinciales sin incidencia en el plano nacional. Eso desespera al socialismo. No ayudan ni los pueden ayudar.

Sobre tal realidad su enfermedad conmovió a la política desde otro sitio. Las presunciones y el anhelo irrefrenable de sobrevida de la política rosarina a la que el socialismo tiñó de provincial. El culto a la personalidad.

La ruptura de protocolos y de formas constitucionales expresas, esperando su presencia, su palabra, su guiño, no hacen nada mas que dramatizar la dependencia que se tiene, en algunos enclaves políticos, de la figura de Lifschitz. Ni bien ni mal. Sucede.

Otra vez repito: la Peste quitó la sábana, estamos desnuditos ante los hechos. La Peste desnudó a los escuálidos. Es con Lifschitz, es por ahí, es por ahí… Sin Roberto Miguel no había salida. Su enfermedad sirvió a la fe para una llamada estentórea a que pasase lo mejor. Sucedió. Fenómeno. Menos mal. Eso engorda su Ego, si quisiese engordarlo, pero labra un acta sobre su peso específico. Hay 500 mil radicales que dependen de sus estornudos. Debería halagarlo, además de marcarle comportamientos políticos.

EL JUEGO DE LA ROTONDA

En las convenciones de tránsito en el mundo (Argentina excluída) el que viene por una rotonda tiene prioridad (llamo rotondas a esos caminitos circulares, en redondo, con vías de salida a diversas rutas) La presencia refirmada, confirmada, explicitada de Lifschitz en la política regional puso en claro que su fuerza existe y que sin él las cosas no son iguales. Eso no significa que pueda transferir votos como si fuese una chequera, sino que sus sociedades tienen valor. Los que ya estaban girando en esa rotonda tendrían, se repite, tendrían mas valor, por antigüedad, que quienes quieren entrar. Pero ni siquiera esto es indudablemente cierto.

Lo rigurosamente cierto es que su enfermedad conmovió a la política mas allá de lo humanitario. Agrietó al pajarito, puso en estado de desesperación a los burócratas socialistas que dependen de su firma, dejó en alerta amarillo y teléfono sin silenciador a toda la clase política. Fabricó marcas de quienes desearon públicamente su mejoría y quienes no dijeron nada públicamente y los fedayines aún recriminan.

Lifschitz divide aguas. Elevó, por el tiempo de su gravedad, de su pelea desigual con La Peste, su simple figura al rango de estampita, de pancarta, de certificado de absolución y/o sobrevida. Dejó en claro que, por fuera del peronismo, la contradicción es grande: “ estee…no queremos a CFK ni AF pero tampoco somos unos enamorados de Mauricio o el Pelado. Ah… bueno… – ¿ y Lifschitz? – …eh… si… eso…claro, trae votos, ojalá se decida, tenemos que hablar para ir todos juntos… pero… Usted sabe… es tan difícil la charla… están arriba del caballo… no se si me entiende…mas ahora que todos dicen que lo quieren… no se si me entiende…”

No es tan fácil, muchos hacemos elaboraciones, rituales sobre los posibles factos, pocos entienden a los políticos. Participo de esa ignorancia. Estoy entre los primeros, los que mas ignoran; cuestión de edad.