Las tres empanadas y Fernández

En una película costumbrista, que nos desnudaba bastante, una frase del personaje que interpretaba Luis Brandoni (“El Beto” Brandoni) se desprendió del texto, asumió su contexto y se convirtió en un significante que dispara sobre la sociedad sus interrogantes. Uno de ellos qué aceptamos como valor positivo, aún cuando se corresponde con degradaciones que son anomalías de la igualdad, la fraternidad y la legalidad, según aquella “tontería” de la Revolución Francesa.

Por las dudas alguien no avisado lea estas líneas acudamos a Wikipedia: Esperando la Carroza es una película argentina cómica de 1985 dirigida por Alejandro Doria. Protagonizada por Luis Brandoni, China Zorrilla, Antonio Gasalla, Julio De Grazia y Betiana Blum. Coprotagonizada por Mónica Villa, Juan Manuel Tenuta, Andrea Tenuta y Lidia Catalano. También, contó con la actuación especial de Cecilia Rosetto. La participación de Enrique Pinti como actor invitado. Y la presentación de Darío Grandinetti. Actualmente es considerada como un clásico del cine de su país y una de las más importantes del cine latinoamericano del siglo XX. Fue estrenada en Buenos Aires el 6 de mayo de 1985 en el cine Atlas Lavalle y simultáneos.

La historia pertenece al género del grotesco criollo (costumbrista). Está basada en la obra de teatro Esperando la carroza (obra de teatro) del uruguayo Jacobo Langsner, estrenada por la Comedia Nacional de Uruguay en 1962 y dirigida por Sergio Otermin. La versión y adaptación cinematográfica argentina cuenta con el guion escrito de Langsner y las adaptaciones de Alejandro Doria.

QUÉ COME FERNÁNDEZ…

Una de las escenas, a la que hace mención el título, refiere a la grotesca situación del hermano rico que vuelve a su auto y se queja que en la casa del hermano pobre solo quedaban tres empanadas, que se roba y se come. Esa queja: “ tres empanadas”… es tomada con  sorna por los espectadores. Todos entienden las connotaciones y al entenderlas las hacen suyas.

La desubicación que lo hace quejarse de la magra comida, de la imprevisión y finalmente de la pobreza que se manifiesta en desigualdad entre Brandoni, que se queja de las pocas empanadas, del “tan solo eso”, del “caramba que poco que había”, muestra la desubicación de quien tiene para con  quien no tiene nada. La carcajada que estallaba perdonaba al cruel y se mofaba del pobre. Tan simple como eso.

Qué pedazo de cruel y desaprensivo ese personaje… pero todos lo entendimos… y perdonamos.  La frase comenzó a quedarse un poco mas, para morirse despacio, como dice la canción; finalmente no se murió.

EL USO Y EL ABUSO

Un uso diario indicando – justamente – la desubicación de quien no teniendo nada pide mucho desvió el original, pero como de sobre entendidos se trata el uso la consagró: “ tres empanadas” comenzó a indicar a quien teniendo poco margen, poca calidad artística, poca capacidad de sala quería un rotundo éxito. Qué opinas… y… tres empanadas… Así se convirtió en un resumen de la desubicación y trasladó aquella crueldad a la desubicación. Ya no era el rico que medía con su vara gastronómica a los pobres, en una reflexión tan ligera y odiosa como cruel, dentro de su auto francés, ahora la frase refería a los pobres queriendo dar de comer, con tres empanadas, a una multitud.

Antes de La Peste un subproducto del negocio del espectáculo exclusivamente comercial, Flavio Mendoza, tituló y protagonizó un esquicio con ese título: Tres empanadas.

La referencia a la famosa frase tiene mucho de reclame publicitario como de incomprensión del texto original o mejor, de una comprensión diferente y tan real como que la obra existe.

Todos los que la conocen – que no son todos los habitantes – tienen un entendimiento personal, como corresponde, de la frase, del contexto original y de las deformaciones que impone el tiempo y el uso. Rolling Stone, el canto rodado que es el lenguaje lleva y trae los significantes.

SALMON, DELIVERY Y PROTOCOLO SANITARIO

Quisiera que ya fuese mediados de setiembre y que ya, ya mismo fuese fines de noviembre o primeros días de diciembre, para saber hasta que punto las fiestas en la residencia de Olivos volvieron mas “fané y descangallada” la existencia del Alberto Ángel Fernández, el porteño… y abogado.

Al doctor Illía el periodista Ramiro de Casasbellas y también Tomás Eloy Martínez, con  mas el dibujante Landrú, lo escarnecieron, vituperaron hasta que la milicada se lo llevó puesto.

A De la Rúa Tinelli, con mas el dibujito del Canal de Hadad lo ridiculizaron (merecidamente) hasta que “la realidad de su inefable irrealidad” se lo llevó puesto.

Al actual presidente no hay medio de comunicación, ni milicos, Congreso, fuerzas de ocupación, guerrilla o colapso que se lo lleve puesto…Gracias a Dios. Hay, es cierto, una absoluta unanimidad: las fiestas estuvieron mal, mintió y conquistó la desconfianza, pocos – en la intimidad – le creen al presidente. Se cree en su investidura y a ella nos aferraremos. Se irá el 11 de diciembre del 2023, eso esperan todas las encuestas. Faltan los votos del 2021 para tener una idea cierta. Nadie puede quitarle su sueño infantil: quedarse una vuelta mas en la calesita que chocó tantas veces.

Extraña situación, en Fernández (Alberto Ángel, porteño… y abogado) se resuelven las dos acepciones mas comunes del acto del grotesco rioplatense. Es el rico que se enoja porque el hermano pobre solo tiene tres empanadas y, también, es el Fernández que pensamos que poco puede hacer, en el negocio del espectáculo y la comunicación, si todo se reduce a tres empanadas… que ni siquiera son suyas, son prestadas.