El nombre Julia está en mi familia y es una tía, la tía Julia, la hermana mas grande de la familia de mi viejo, la que crió a todos esos desbordados muchachos a quien la muerte de su madre (María Julia Garcilaso y de su padre, Don Teodoro Acosta) dejó primero a merced de los curas del Colegio San José, como internados, de donde se fueron con mas vidrios rotos que buenas costumbres adquiridas y después a su cuidado.
Me salvé del nombre porque había primas, que siguen siendo entrañables, que se llaman así y porque mi vieja, con ese hábito anarquista y disolvente sostuvo que era mejor Raúl, que tenía menos santos y menos compromiso y que, a la postre, era el segundo nombre de mi padre. Julia es, entonces, un nombre venerado al que mi viejo mentaba como la que verdaderamente le enseñó a no mentir o, al menos, hacerse cargo. Julia es una buena palabra en lo que resta de mi familia.
Cuando por Paco Ibáñez llego a la canción “Palabras para Julia” en aquellos años ’60, donde habíamos encontrado otro modo de la libertad y de la igualdad de sexos, que luego se perdiera con los milicos (retrocedimos tanto…) entendí la canción como lo que es, un padre (José Agustín Goytisolo) que le escribe a su hija diciéndole que siga en la lucha, que ese es el objetivo, el destino (“tu no te puedes volver atrás, porque es la vida la que empuja, como un aullido interminable…”) y que el sigue “militando” (porque aún estoy en el camino).
Hay, de aquellos años y de aquella generación, otra canción que han usado como título pàra muchas cosas y que es, como dice Paco Ibáñez, una canción manifiesto. “La poesía es un arma cargada de futuro” de Gabriel Celaya.
Las “palabras para Julia” son unas por Paco y otras palabras mas blandengues y menos trágicas por las voces argentinas que solo se conmovieron personalmente, como tantos (soy uno de ellos) pero que no llegan a la simple hondura de un militante que le deja una carta a una hija militante indicando :”nunca digas no puedo mas y aquí me quedo…”
Hace poco una persona entrañable me contaba su conflicto con la descendencia, que le exigía apostrofar de las actuales autoridades políticas nacionales y ni siquiera mentar su desgraciado nombre, con el llanto y la contradicción, el discusto y el desencuentro que esto indica.
En aquellos fogones militantes nosotros no pensábamos en nuestros padres como otra cosa que aquello que dice Sartre (no es lo que te dejaron sino qué hacés vos con lo que te dejaron…) y confieso mi añoranza de Goytisolo, de Paco que aún sigue cantando, de tantos que aún están en el camino. Aquello era con Francisco Franco Bahamondes, Caudillo de España por la Gracia de Dios en todo su esplendor. De Franco hoy ni se cotizan sus estampillas en el mercado de la filatelia.
Por las dudas algún nostálgico necesite el “ayuda memorias” se transcribe la poesía entera, tal y como la escribiese en el original Nacido en el 1928 y muerto en el 1999 tiene un solo detalle mas que necesito agregar. Su mamá también se llamaba Julia y murió en un bombardeo franquista en Barcelona en 1938.
“Tú no puedes volver atrás/ porque la vida ya te empuja/ como un aullido interminable./ Hija mía es mejor vivir/con la alegría de los hombres/que llorar ante el muro ciego./Te sentirás acorralada/ te sentirás perdida o sola/ tal vez querrás no haber nacido./Yo sé muy bien que te dirán/ que la vida no tiene objeto/ que es un asunto desgraciado./ Entonces siempre acuérdate/de lo que un día yo escribí/ pensando en ti como ahora pienso./ La vida es bella, ya verás/ como a pesar de los pesares/ tendrás amigos, tendrás amor./Un hombre solo, una mujer/ así tomados, de uno en uno/ son como polvo, no son nada / Pero yo cuando te hablo a ti /cuando te escribo estas palabras /pienso también en otra gente. /Tu destino está en los demás /tu futuro es tu propia vida / tu dignidad es la de todos. /Otros esperan que resistas / que les ayude tu alegría /tu canción entre sus canciones. /Entonces siempre acuérdate / de lo que un día yo escribí /pensando en ti / como ahora pienso. /Nunca te entregues ni te apartes /junto al camino, nunca digas /no puedo más y aquí me quedo. /La vida es bella, tú verás /como a pesar de los pesares / tendrás amor, tendrás amigos. /Por lo demás no hay elección /y este mundo tal como es /será todo tu patrimonio. / Perdóname no sé decirte /nada más pero tú comprende /que yo aún estoy en el camino. /Y siempre siempre acuérdate /de lo que un día yo escribí /pensando en ti como ahora pienso”.
Son sus tercetas, si alguien las lee, un pequeño milagrito laico que solo se debe a la pura poesía. A mi me emocionan, pero es solo nostalgia mal curada.
Publicado en el diario La Capital el 14 de Agosto.