Fernández, Perotti, Javkin y la tragedia

“…Según el escritor griego Plutarco, César habría sido advertido del peligro, pero había desestimado la advertencia:

“Lo que es más extraordinario aún es que un vidente le había advertido del grave peligro que le amenazaba en los idus de marzo, y ese día cuando iba al Senado, Julio César encontró al vidente y riendo le dijo: «Los idus de marzo ya han llegado»; a lo que el vidente contestó compasivamente: «Sí, pero aún no han acabado»”.

Según el viejo calendario setiembre también tiene “idus”. Todavía están y la historia los toma. La vida de Julio César es una divisoria de los tiempos Romanos. De la República al Imperio. Ejem.

La versión de William Shakespeare pone el asunto donde corresponde: Tragedia. “Obra dramática de asunto serio en que intervienen personajes nobles o ilustres y en la que el protagonista se ve conducido, por una pasión o por la fatalidad, a un desenlace funesto; en la Grecia antigua, tenía como objeto un efecto purificador en el espectador”.

En la tragedia se sabe que el final no es bueno y se sigue y se sigue. Trágicamente, si se permite la abundancia de la palabra.

 

AQUEL ABOGADO COMPONEDOR

 

Si de algún modo, el modo mas bondadoso, se quiere perfilar a Alberto Ángel Fernández, el porteño, debe pensarse en un abogado componedor. Conformar a las partes, al cliente propio convencerlo que lo mejor es un mal arreglo. No hay mentira y verdad en esas charlas con las partes. Tampoco nada definitivo. Ese es el punto de cruce. El Poder Ejecutivo se define en mentira y verdad y todo es definitivo. El ejecutivo…. Ejecuta. Es muy visible una y otra forma de actuación política.

Alberto Ángel Fernández, el porteño, tiene el gen componedor, que ni siquiera es mentira o el arte de embaucar, sino el propósito de arreglar y componer.

El es Presidente por el voto popular. La suma de las partes del frente electoral es mas, hay una suerte de trágica gestáltica que lo acompaña. El billete premiado se lo entregó CFK, la ayuda de Mauricio es mucha, aún es mucha.

Sostener, por el voto popular, un presidente que deviene de un pacto, una fusión, una sumatoria electoral, es exactamente lo que sucede. No hay un programa, hay una sumatoria de pactos preexistentes, no todos claros, no todos buenos, no todos honestos, entre sectores unidos para una fórmula, no para una definición común de país. No es nada mas que eso. Es, por lo terrible, tan solo eso. Es tonto y hasta malsano sostener otra cosa, pedir, ensoñarse con otra cosa. Es caminar hacia la tragedia. Argentina no detiene su marcha.

 

AQUEL POLITICO CONOCEDOR

 

El señor Gobernador de la provincia, Omar Ángel Perotti, llegó al cargo por el voto popular santafesino. Se incluye el voto del sur, desconfiado de Bonfatti, de “los monos”, la droga y la inseguridad. El socialismo se había agotado. Sigue agotado, hoy es apenas un sector minoritario en Rosario, el resto del FPCyS es aliados territoriales con abundancia de radicalismos. Varios radicalismos.

Perotti viene del otro siglo siendo dirigente y, por tanto, su conocimiento de los resortes del gobierno es grande. Perotti podría ser el ministro reemplazante de cualquiera de sus ministerios. Ese eje y tal grado de conocimiento es su centro y su problema.

Perotti deviene de un pacto territorial que ofertó un peronismo unido y de un pacto nacional que dejó liberada la provincia de los votos negativos de CFK. Todos los sectores le reclaman a Perotti una alícuota de poder en nombre de esa paz elaborada – con justeza – desde la anunciación de mayo (“El” Fernández por mandato de “La” Fernández) y certificada el 16 de junio del 2019. Ganó tan limpiamente que no apareció nadie en la foto de Perotti Gobernador. Excepto Lifschitz y su sueño opositor. Tal vez Lifschitz sea feliz de las fotos de Perotti Gobernador en solitario, es un regalo que no pensaba tener.

Un personaje como el actual gobernador, que seduce en el “mano a mano”, en mitad de una pandemia que aisla, se queda sin su principal espada. Tiene los datos, tiene la memoria, tiene el conocimiento pero no tiene el diálogo “mano a mano” y la Gobernación, en una provincia de 2.000 kilómetros de largo, es a pura charla y kilometraje. No sucede. No somos el territorio dilecto, el suburbio bonaerense. No hay un mango, no hay atención nacional. No hay explicación por una camarita. No sirve. Santa Fe, federal, acompaña a la Argentina, unitaria, hacia la tragedia.

 

AQUEL DIRIGENTE JUVENIL

 

En la ciudad de Rosario el Intendente es Javkin. Fue dirigente juvenil de trascendencia universitaria nacional. Es hijo y nieto de dirigentes. Respira política. Conoce tanto de las entretelas que a veces, por no mostrarlas, cae en el pecado. No denunciar es pecaminoso.

La ciudad de Rosario tiene empleados municipales de mas, secretarías municipales en exceso, malas licitaciones de transporte, basura, pavimentación y compra de materiales, el socialismo inventó elefantes tremendos y de alta inutilidad. Sus dirigentes gremiales alucinan. Jugaron un paro de salud en mitad de una pandemia. Parece un colofón del despropósito.

Rosario está fundida y le debe a cada santo un pago refinanciado. El socialismo dejó tierra arrasada y poco puede decir el intendente, hay un pacto de silencio partidario que le resulta muy oneroso. Lifschitz es su amigo/enemigo y el socialismo no lo quiere, los derrotó y no les permite retornar como desearían. Debe hablar con Perotti y Fernández. No es una tarea sencilla. Perotti no tiene delegados y Fernández no tiene decisiones propias, tiene frases.

La ciudad de Rosario es parte de una provincia que no es el eje de las consideraciones de “los” Fernández. Los Fernández no ganaron en la provincia, donde ganó el peronismo, que era / es otra cosa.

En la ciudad de Rosario no triunfó el peronismo, ganó Javkin, que ni siquiera es socialista, es otra cosa.

Cada tanto uno debe encontrar inspiración en los clásicos. Por algo son eso: clásicos. “Obra dramática de asunto serio en que intervienen personajes nobles o ilustres y en la que el protagonista se ve conducido, por una pasión o por la fatalidad, a un desenlace funesto…” En la tragedia, como género teatral, está prohibido el optimismo.

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