El presente es eterno. Nunca, como en estos últimos días de Julio y primeros de Agosto de 2018 en Argentina, he visto que el presente es eterno, que complica el pasado y anula el porvenir.
Ya es una constante en los políticos, los actores políticos de primera categoría y el periodismo, los actores políticos de segunda categoría, la escritura y re escritura permanente del pasado.
Se sabe que toda traducción es una traición, pero le hemos agregado que toda re escritura es una invención. Queremos re inventarnos y fracasamos. Deberíamos aprender que la imposibilidad existe, aunque se quiera sobornar el dogma.
En julio hemos re escrito el Mundial de Fútbol y el fracaso de AFA. La muerte de Perón (1º de julio) y de Eva Perón (26 de julio). Las metas inflacionarias. Las visitas de auditores de organismos internacionales de crédito de quienes dependemos en nuestra economía. La relación / distorsión y dependencia que deviene de Argentina Distrito Electoral Único (Unitarismo en estado de máxima pureza). Los mensajes de los protagonistas de la política socio / económico general y particular, sus inocultables entrecruzamientos familiares. El rol de las fuerzas armadas de ayer en el mañana. Una muerte particular y misteriosa y la distancia del aborto clandestino al delito y la libertad de vientres.
Le agregamos, en una seguidilla que agobia e impide respirar sin sobresaltos, los avances de las adicciones definidas en el narcomenudeo que pasa a mayores, por la participación necesaria de la policía, la corrupción como novela manuscrita con manuscritos perdidos, perdidos y fotografiados y nombres y fechas y detalles de un ayer que no quiere retirarse. Se queda. Somos ése ayer.
En ese ayer la fantasía. Somos este presente que apenas enumeramos. Siempre hay mas. Sueldos inconcebibles que hace 30 años que se cobran y que recién ahora se denuncian, perdón: con el correspondiente enojo de quienes pusieron sus familiares en esos cargos y no se sonrojan, sino que se enojan porque se supo. El dólar como un eje tan inatajable que semeja una deidad y acaso lo sea. La lluvia y la sequía como las causas de los fracasos. Parecería quye apenas salimos de las cavernas y aún adoramos el sol y el fuego.
Borges, que no quiere explicar lo que escribió, ante un pedido de síntesis intenta aclarar una de sus mas bellas historias, como toda su obra, crecida interperlando el tiempo como destino y la realidad como una imaginación equívoca y de ese modo define, en 1941, cuando lo escribió, nuestro presente nacional: «El jardín de senderos que se bifurcan» es una imagen incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts’ui Pên. A diferencia de Newton y de Schopenhauer, no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas la posibilidades”.
En Argentina la corrupción de la princesita, que deviene de la de Yaciretá, la de los pollos de Mazzorin, la del Trigo Candeal, la de los bajos de Ezeiza convertidos en Aeropuerto en zona de nieblas permanentes, la de Madero y Huergo y el Puerto de Buenos Aires, los fusiles truchos del Martín Fierro, los trenes que nunca, las autopistas que jamás, Rosas, el dueño del Saladero y el Restaurador que definía que el país era a la vez Contrabando y Aduana que dan, en la suma, una espantosa matriz.
Acaban de agregarle la ineptitud. Ya De la Rúa asumió en esas condiciones. Ni siquiera hay novedades para este boletín. Los tiempos de la corrupción abarcan todas las posibilidades. La ineptitud no es incompatible con el robo. El pecado es acogedor. Pecados de muchos consuelo de tontos.
Destinados a vivir en un eterno presente que el pasado altera y deforma y otra vez: deforma y altera hay una semiplena prueba de certeza, como constante queda eso: la imposibilidad de una ley física que asegure que la manzana caerá en la cabeza de Newton. En Argentina hum, no se sabe. Bienvenidos a la duda metódica, el pan nuestro de cada día
La princesita, convengamos, entró con 6 pesos y se fue con 6.000 y no es posible quitarlo de la constatación. El Mauricio entró sin conocer lo que pasaba y seguimos con el tema que en cada discurso se convierte en confesión griega: solo sabe que no sabe nada y por lo tanto algo sabe y eso nos consuela.
No podemos, siquiera, cantar un tango elemental:” cuando la suerte, que es grela, fallando y fallando te largue parao”…
Si la suerte es mujer y es falluta, como resalta Discépolo, de lo que se trata es de una ofensa de género. Han sido abolidas del anonimato. Se denuncian. Es delito. Por fin. Ni una menos.
Ya comenzaremos a revisar también el tango, todos los tangos. El Siglo XXI trajo lo suyo. Convencemos (nos convencen) por el algoritmo que descifra personalidades por medio de tu IP. Nadie es mejor que lo que define su computadora y telefonito. Que, es obvio, el Gran Hermano ausculta, revisa pasado y presente. Sugiere después. Manda forever.
Nuestra encrucijada, para el 2019, no es nueva, es eterna y parece general, le pasa a todos pero nosotros los argentinos no somos una multitud, sino una suma de individuos que nos creemos únicos y nos engañan, únicamente.
Borges lo avisa. En el mismo texto hay un poema suyo. En su segunda estrofa dice: …“Después reflexioné que todas las cosas / que suceden a uno suceden/ precisamente, precisamente ahora./ Siglos de siglos y solo en el presente / ocurren los hechos;/ innumerables hombres en el aire, / en la tierra y el mar,/ y todo lo que realmente pasa me pasa a mí.”
Es cierto, no advertimos que le está pasando al país, creemos que nos está pasando a nosotros. Borges era casi ciego, pero veía mejor que muchos. Nuestro verdadero “ser nacional” es una matriz de corrupciones que se bifurcan.