Hombre nacido con el siglo XX (en el 1900) Erich Fromm escribe el libro, cuyo título menciona el capitular de esta nota, en 1941.
Un comentarista deportivo de Rosario, en ocasión de visitar Mendoza por el encuentro Rosario Central / Boca Juniors en territorio neutral comentaba que, en la tarde previa, vió mujeres con la cartera en mano. Muchachas tomando café con el celular sobre la mesa. Jóvenes con la mochila en la espalda. Cosas así de simples. Añoranzas. Nostalgia. En esta ciudad han desaparecido esas estampas urbanas.
En las grandes ciudades, Rosario lo es, la violencia urbana nos ha puesto una pesada carga en el pensamiento, en la conciencia, en el día por día, finalmente en los actos reflejos, en los mas elementales. Actos que son tan profundos que ya se escapan de la razón, como escaparle a la tapa caliente de la olla. Puro reflejo que ya no hace falta razonar. El miedo a la libertad. De caminar, de pasear de madrugada, de adentrarse en cualquier calle de cualquier barrio a cualquier hora. Miedo. Jóvenes que esconden su celular entre las prendas íntimas. Otros que llevan sus billetes en las medias. No abrir la puerta a nadie, no conversar con desconocidos.
PINTAR LA ALDEA
Rosario le tiene miedo a la libertad. Acaso sea un fenómeno nacional. Tal vez tienda a ser una cuestión universal. En Rosario se destaca y es el sitio desde donde escribo y miro los días.
Los taxis no van por determinadas calles a ninguna hora del día y ya no denuncian el robo a punta de cuchillo. Agradecen no recibir heridas. Hay un índice alto de peligrosidad. Las líneas de transporte urbano no hacen el recorrido habitual pasada cierta hora de la tarde (después del Angelus) y las manifestaciones mas duras han sido la de estos servicios públicos que solo piden seguridad y saben que es un pedido inútil. No hay. La inseguridad trae miedo. El miedo impide la libertad.
Los funcionarios, de todo rango o mejor, de cualquier rango, refieren el tema de modo lateral, lo vuelcan a estadísticas, derivan acusaciones a complots y temas absolutamente menores y ridículos, como que hay mas asaltos por la proximidad de las elecciones. Peligroso argumento. Muy peligroso.
Fromm refiere el miedo al fascismo porque ése era el elemento mas visible en aquella sociedad, de la que tuvo que huir (Alemania primera mitad del Siglo XX). Hoy la violencia urbana proviene de bandas sueltas, de personajes desprendidos de cualquier ideología o certeza delirante. Se roba, se asesina, se discute y se mata en solitario y en banda y los funcionarios de estos pagos dicen: ”violencia intra familiar”. “Pelea entre bandas”. Han eliminado el “crimen pasional” porque es muy evidente que matar una mujer (femicidio) es un asesinato y nada puede quitarle gravedad. La pasión no quita gravedad al delito.
En esta ciudad cada día aumenta la cantidad de conductores que chocan, hieren o matan pero huyen. Antes un caso de tales características servía varios días a la crónica policial. Hoy no sirve porque a las 24 horas hay otro y otro.
EXCESO DE RELATORES
Buena parte de las autoridades acompañan, como relatores, los acontecimientos: “ si, efectivamente, hubo dos asesinatos en esta cuadra en menos de una semana…” Funcionarios que hacen crónica periodística o peor: “Cuando me elijan me voy a ocupar del tema…” pero caramba, tal vez el que promete ya está en funciones. Francamente sucede. Alarma que suceda.
El miedo a la libertad cambia el humor de las ciudades. También sus costumbres. El prólogo a la edición en castellano es de un verdadero politólogo, no de panel de televisión. Gino Germani en el prefacio del libro de Fromm advertía: “El análisis de Fromm confirma —sobre el plano psicológico— lo que otros estudiosos han afirmado una y otra vez: el fascismo, esa expresión política del miedo a la libertad, no es un fenómeno accidental de un momento de un país determinado, sino que es la manifestación de una crisis profunda que abarca los cimientos mismos de nuestra civilización. Es el resultado de contradicciones que amenazan destruir no solamente la cultura occidental, sino al hombre mismo”.
Para Germani no era el fascismo, sólo el fascismo. Toda violencia provoca el miedo a la libertad. En Rosario la violencia urbana nos quita perspectiva de ciudadanos, de habitantes de una aldea, de una urbe. Altera costumbres. Hay plazas donde no se puede estar, paseos nocturnos que ya son imposibles. Parece normal. No lo es. En el mismo prólogo Germani escribe las posibilidades que nos asisten. Avisa el menú que existe: “La crisis actual no es la expresión del destino inevitable de la especie humana; por el contrario, es una crisis de crecimiento, es el resultado de la progresiva liberación de sus inmensas potencialidades materiales y psíquicas; el hombre se halla en el umbral de un mundo nuevo, un mundo lleno de infinitas e imprevisibles posibilidades; pero está también al borde de una catástrofe total”. Asumamos. Rosario está imnscripto en el mundo.
Cuando un funcionario sostiene que si accede al cargo arreglará cuestiones de violencia urbana deberíamos reflexionar dos veces. Si nunca estuvo cuánto sabe de lo que quiere solucionar. Si ya estuvo o está…¿porque no lo arregló?. Sin enmendarle la plana a Fromm y a Germani. En estos pagos el miedo a la libertad incluye el cansancio por la mentira.
Publicado en El Litoral el 06 de Mayo.