«Choripán privado y chorizos del Estado»

Lo primero es lo primero: de qué hablamos cuando hablamos de Choripán. Chorizo: Embutido curado o ahumado hecho con carne de cerdo picada y otros ingredientes, abundante pimentón y otras especias que se consume crudo, frito, asado o cocido; es un embutido del que existen diversas variedades según el tipo y cantidad de ingredientes que se utilizan en su elaboración.

En el Río de la Plata: Embutido de carne de cerdo o de vaca, de unos 3 cm de diámetro y 15 cm de largo y similar a la salchicha, que se come generalmente asado y servido al plato o como relleno de un sándwich.”.

 El chorizo, el choripán nos define con una interesante aproximación a nuestro “inconciente colectivo”. .. bien podemos ser “un embutido del que existen diversas variedades según el tipo y cantidad de ingredientes que se utilizan en su elaboración”.

Sobre el 2.000 un conjunto rosarino, moderadamente atrevido, se metía en los recitales y ofertaba una música bastante diferenciada. Rock y Celta. Rock y “acordiona”. Rock y rap. Disfraces y risas en el escenario. Actores acompañándolos.

Su violinista se fue a Irlanda. Es empleado del Estado. Digitaliza bibliotecas y ministerios. No volvió. Acá a las bibliotecas le suman ladrillos y “Boisserie”. Increpé a las autoridades. “Digitalización no porque es cara y no se puede  hacer propaganda con eso…” /dijo la máxima autoridad de Rosario por 8 años.

El conjunto se llamaba “El regreso del Coelacanto” (en el original con Cedilla, pero los teclados no traen la C con colita, del español antiguo, pero bueno)

PERDIDOS EN EL SIGLO XX

En el 2000 la cultura oficial rosarina andaba por su lado y la provincial por el suyo. La Nación estaba en un desquicio que no era el  municipal ni el  provincial.

La sociedad se define por sus actos y el comienzo del Siglo XXI nos definió. Estábamos muy desorientados buscando el año ’73. Algunos lo buscan todavía.

El comienzo del siglo XXI fue/es decepcionante. No se encuentra unidad entre aquello que se oferta en cada sitio estatal, teóricamente imaginado o direccionado a lo mismo: una salida para la creatividad, un adelanto, una espalda para la aventura. Los proyectos oficiales atrasan mucho. No son de este siglo.

Cultura es un gerundio: un verbo en movimiento. Los funcionarios lo creían, lo creen un sitio para publicitar(se) promocionando lo colectivo como realce individual. Omitiendo el anonimato y la constante: el facto cultural es un mutante inatajable.

MUDOS EN MEDIO DEL GRITERÍO

Aún hoy muchos creen que las cacerolas no representan un hecho cultural y que los piquetes son solamente una  molestia  (que lo son, y mucho) sin advertir que las masas tienen su lenguaje. Uff… es tarde para explicar a Erich Fromm y el “hombre masa”.

Una sociedad estatal que no había comprendido (aún hoy, aún hoy) el valor referencial de las “nuevas formas de la comunicación”, el código binario y los algoritmos. Hasta los viejos analfabetos funcionales hablan en algoritmos como si fuesen millenials; el Estado no.

En Santa Fe sus funcionarios negaron que existía un canal del estado provincial y lo dejaron fuera de la órbita de “LA CULTURA”. Pagamos personal contratado para manejar las redes de los funcionarios …que no sabían nada de las redes.

Esta sociedad del Estado se volvió impenetrable. Plataformas y páginas… y cables… y programas que gesticulaban sobre el pasado sin objetivos complementarios.

Medios manejados por amanuenses bien intencionados o no. A sueldo de alguien lejano e ignorante del día a día y del mas allá. En “la Cultura desde el Estado” la burocracia es cancerígena. Hizo estragos.

En muchos casos parecía una sospechosa (caprichosa) retirada hacia el ayer y la  nostalgia y el hecho cultural no es eso, no puede ser solamente eso.

El 2020 nos pregunta que hemos hecho en estos 20 años del siglo, de qué modo llegamos. Cual era el plan, cual el legado ¿Existía un plan, una propuesta o fueron todos pujos individuales?. Títulos y frases.

ARTE CULINARIO

La cultura puede ser, como  no, una mezcla en partes desparejas, de carnes, grasas y aderezos varios, en muchos casos innombrables. La cultura es, al cabo, un chorizo. Algo que se degusta y se advierte diferente aún cuando todos entendemos cuando dicen chorizo y cuando re definen: choripán.

Calle y escritorio. Hay una visible diferencia en los chorizos de la cancha y los del escritorio mas encumbrado. La mezcla de sus ingredientes. El sitio donde se producen y donde se comen. Y lo fundamental: el costo.

Todos sabemos de qué se trata. El lenguaje, el olfato, esa maldita memoria que traiciona y re escribe  nos pone frente a lo que hicimos.

Para  vivir, sobrevivir en la malaria, la hambruna, el deseo, el choripán de cancha tiene la honestidad que da la necesidad  por ambas partes: quien lo oferta y quien lo compra. Todos sabemos de qué se trata. Paráfrasis: el pueblo sabe.

Para vivir en las calles el chorizo del Estado está fuera de la escena. Es obsceno en su mas pura definición. Ni atrevido  ni disruptivo. No hay transgresión ni protege al mas débil. Es caro en su producción y no llega siquiera cuando termina el partido. Llega con el Estadio vacío.

POESÍA TARTAMUDA

Hace muchos años que en la ciudad y la provincia creemos que el choripán del Estado es el que vale. Já. Apenas llegamos a la cancha sabemos que  nos engañamos, que el sabor es otro. Claro, hay que llegar a la cancha.

El “polaco” Abramovski allá, en aquellos años duros, escribió este tema que, como voz líder del grupo, cantaba a los alaridos. Un Padre Nuestro muy pagano. Muy real. Tan real que nunca lo escucharon en los escritorios culturales. Los escritorios provocan sorderas y cuidado: la sordera es considerada, culturalmente, una enfermedad profesional.

“Padre de todos los sánguches, sos lo mejor del dolor.

Otra vez me quedé pensando en otro final./ Otra vez llegué tarde hasta para los postres fríos./En la cancha pasó lo que pasa en todas las canchas/otra vez se perdió, sólo me queda un consuelo/Entonces hacia el humo fui, no era el de una chimenea,/es la industria de este país fantasma/Pan y zochori para mí, y pal´ desocupado pan

Padre de todos los sánguches. Sos lo mejor del dolor

En el escudo de este país tendría que estar el choripán/ para poder explicar cómo se está haciendo la patria./Don José se quedó sin laburo y ya tiene 50/ y la fábrica cerró y el sobrino le presta un carrito./Y para poder morfar lava lechuga y tomate /qué gusto tiene la sal cuando la malaria es grande/y el chimi y la salsa golf son la base del marketing.

Padre de todos los sánguches.Sos lo mejor del dolor

Karma de vivir al sur de la vergüenza y la necesidad./Se mastica en un Ford K o en el caño de una bicicleta./En la fiesta de León o cuando cantan los bastriboys./En el Parque, en Arroyito, o en la esquina del Barrilito./Para irte a buscar de nuevo y tomar lo bueno de lo viejo./En la esquina donde me morí naceré./Queda un partido por jugar cuando pica el paladar./Soy una idea que está agonizando, levantame/ Soy una idea que no va a dejarte, levantame

Padre de todos los sánguches, sos lo mejor del dolor.”

La cantaron por años.

El chorizo del Estado no es malo, simplemente es inútil y caro. Tiene dueño. Capanga. Ego. No alimenta. Esperemos que en el próximo  campeonato entiendan la cultura del choripán. Amén.

Publicado en El Litoral el 06 de Enero.